Haití enfrenta una situación crítica, con grupos criminales dominando la capital, Puerto Príncipe, y su entorno metropolitano. Este año, el país ha visto más de 1500 asesinatos, y un alarmante número de mujeres y niñas han sido víctimas de violencia sexual. La crisis humanitaria que vive Haití es desoladora, señalando un llamado urgente a la acción.
La Comunidad del Caribe (Caricom) ha tomado la iniciativa para promover un gobierno de transición en Haití, intentando superar la ausencia de liderazgo del primer ministro Ariel Henry y allanar el camino hacia elecciones democráticas. Sin embargo, la respuesta de los países latinoamericanos ha sido tibia, con poca presencia en los esfuerzos para abordar esta profunda crisis.
Ecuador, miembro del Consejo de Seguridad de la ONU, ha respaldado la formación de una misión multinacional de apoyo a la seguridad en Haití, aún pendiente de despliegue. Brasil y México han rememorado su apoyo previo a Haití, destacando su histórica acogida a refugiados, mientras que otras naciones como Argentina, Chile y Uruguay han mantenido un perfil bajo.
A pesar de apoyar una reciente resolución de la OEA sobre Haití, se espera mucho más de los gobiernos latinoamericanos, tradicionalmente vocales sobre la solidaridad regional. Es esencial que estos gobiernos insten al Consejo de Seguridad de la ONU a actuar en su compromiso de proteger al pueblo haitiano. La gravedad de la situación actual exige una intervención internacional que pueda restablecer la seguridad básica, con un fuerte énfasis en el respeto por los derechos humanos.
Además, la región debe apoyar la formación de un gobierno de transición en Haití que esté libre de la influencia de grupos criminales, y reforzar el embargo de armas impuesto por el Consejo de Seguridad, dado que la mayoría de las armas en Haití provienen de los Estados Unidos.
La ayuda a las organizaciones humanitarias que trabajan en Haití es otra área crítica donde los países latinoamericanos pueden marcar una diferencia significativa. El Programa Mundial de Alimentos de la ONU ha señalado que está al borde de una crisis de hambre en Haití, con fondos insuficientes para enfrentar la emergencia.
Los gobiernos latinoamericanos deben también considerar la formación de un equipo especializado de fiscales, jueces e investigadores para asegurar justicia por los crímenes cometidos tanto por grupos criminales como por sus patrocinadores políticos y empresariales.
La expansión del asilo y otras formas de protección internacional para quienes huyen de Haití es imperativa. La grave situación en el país hace que cualquier deportación viole el derecho internacional. La experiencia de Brasil, ofreciendo protección temporal a haitianos, podría servir de modelo para otros países de la región.
La crisis haitiana es una prueba de la solidaridad latinoamericana. La acción concertada y decisiva de la región no es solo un imperativo moral sino una necesidad urgente para responder a esta tragedia humanitaria. La historia y los valores compartidos deben guiar a América Latina hacia un compromiso más fuerte con Haití en su momento de necesidad.
Fuente: https://elcomercio.pe/opinion/colaboradores/caricom-onu-oea-el-compromiso-latinoamericano-con-haiti-por-juanita-goebertus-estrada-noticia/
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