El gobierno socialista de Venezuela afirmó el domingo que capturó a un grupo de «mercenarios vinculados a la CIA» que supuestamente planeaban un ataque de falsa bandera destinado a justificar una intervención militar estadounidense en el Caribe.
La acusación se produce mientras las fuerzas estadounidenses amplían un despliegue militar masivo en toda la región para desmantelar los cárteles de la droga y atacar al Cártel de los Soles, una red que, según la administración Trump, está dirigida por el propio dictador venezolano Nicolás Maduro.
En una dura declaración, la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, acusó a Estados Unidos y Trinidad y Tobago de coordinar ejercicios militares «para generar una confrontación militar a gran escala» contra Caracas.
Rodríguez afirmó que el grupo capturado estaba operando cerca de aguas venezolanas fronterizas con Trinidad, y describió el supuesto complot como una «operación de falsa bandera» similar a la explosión del USS Maine en 1898 o al incidente del Golfo de Tonkín en 1964, ambos precedieron a importantes guerras estadounidenses.
El régimen venezolano no ofreció pruebas de arrestos, ni dio nombres, fotografías o ubicaciones de los supuestos sospechosos.
Ninguna de las afirmaciones del régimen ha sido verificada independientemente por ninguna organización de noticias.
El gobierno de Maduro también arremetió contra la primera ministra de Trinidad y Tobago, Kamla Persad-Bissessar, acusándola de «renunciar a la soberanía» y convertir a su nación insular en una «colonia militar subordinada a los intereses estadounidenses».
La declaración afirmó que los ejercicios conjuntos, supuestamente supervisados por el Comando Sur de Estados Unidos con sede en Doral, Florida, eran parte de una «provocación hostil» que amenaza la «paz del Caribe».
En Washington, un portavoz de la Casa Blanca desestimó las acusaciones como «desinformación de un régimen en colapso, desesperado por distraer la atención de sus actividades criminales».
Los funcionarios estadounidenses han dicho que siguen centrados en «desmantelar las redes transnacionales de narcóticos» que operan desde territorio venezolano.
El presidente Donald Trump ha llamado a Maduro «el jefe de una banda criminal» y ha señalado que se están considerando incursiones terrestres en Venezuela.
«Tenemos el mar muy bien controlado», dijo Trump este mes. «Ahora lo frenaremos por tierra».
En los últimos dos meses, casi 10.000 soldados estadounidenses han sido desplegados en el Caribe, principalmente desde Puerto Rico, con una fuerte presencia de la Marina y la Infantería de Marina.
El Pentágono ha posicionado al menos 10 buques de guerra, un submarino y el portaaviones USS Gerald R. Ford para reforzar las operaciones.
La llegada del destructor USS Gravely a Trinidad y Tobago la semana pasada enfureció aún más a Caracas. Maduro lo calificó como evidencia de una «nueva guerra eterna» que se libra contra su país.
Maduro prometió que las fuerzas armadas de Venezuela permanecerán «alertas y movilizadas en perfecta unidad cívico-militar» para repeler lo que llamó «agresión extranjera».
«Nuestra república defenderá su soberanía y su derecho a vivir en paz», afirmó. «No aceptaremos amenazas de las potencias imperialistas ni de sus vasallos».
Funcionarios estadounidenses han advertido durante meses que el régimen de Venezuela continúa traficando cocaína y proporcionando refugio a grupos armados vinculados a redes criminales globales.
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