Venezuela ha ordenado una movilización militar masiva tras la llegada de un grupo de ataque de portaaviones estadounidenses al Caribe, lo que aumenta las tensiones en medio de la guerra contra el narcotráfico intensificada por el presidente Donald Trump en la región.

El ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, anunció el lunes que cerca de 200.000 efectivos habían sido puestos en plena alerta operativa. Indicó que la movilización incluye fuerzas terrestres, aéreas, navales, fluviales y de misiles desplegadas en todo el país y a lo largo de su litoral. La orden fue publicada por el Washington Examiner.

El ministro de Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino López

La medida coincidió con la llegada del USS Gerald R. Ford, el portaaviones más grande y avanzado de la Armada, a aguas del Caribe con sus buques de escolta. Funcionarios estadounidenses indicaron que el despliegue forma parte de una misión de seguridad marítima y lucha contra el narcotráfico dirigida a las rutas de contrabando de drogas vinculadas a Venezuela y otras partes de Sudamérica.

Este despliegue supone la presencia naval estadounidense más significativa en el Caribe en décadas y refleja una nueva fase de la campaña de Washington contra el narcotráfico.

En los últimos meses, el gobierno de Trump ha autorizado ataques militares directos contra embarcaciones sospechosas de contrabando que operan en aguas internacionales. Al menos 11 personas murieron en un ataque frente a las costas de Venezuela en septiembre, según The Aviationist, en lo que los analistas calificaron como la primera acción militar letal estadounidense confirmada públicamente en la región desde la invasión de Panamá en 1989.

El Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales afirmó que el Pentágono ha designado formalmente la campaña como un “conflicto armado no internacional” con grupos criminales transnacionales. Una notificación clasificada enviada al Congreso a principios de octubre estableció el fundamento jurídico para el uso de la fuerza militar contra las redes de cárteles que operan en el Caribe y el norte de Sudamérica.

El USS Gerald R. Ford (CVN-78) es un portaaviones de la Armada de los Estados Unidos. Da nombre a su clase, compuesta en principio por tres portaaviones: el propio Gerald R. Ford (CVN-78), el John F. Kennedy ​ y el Enterprise .​​ Recibe su nombre en honor al 38.º presidente de los Estados Unidos Gerald R. Ford.

Funcionarios estadounidenses han descrito el cambio como parte de un esfuerzo más amplio para cortar el flujo de cocaína a través de los corredores marítimos que se originan en la costa norte de Venezuela. Esta ruta es una de las principales vías de tránsito de narcóticos con destino a Centroamérica, México y Estados Unidos, según The Economist y el Consejo de las Américas.

Fiscales estadounidenses han acusado al presidente venezolano Nicolás Maduro y a varios de sus altos asesores de liderar una conspiración de narcoterrorismo para introducir cocaína de contrabando en Estados Unidos. El gobierno de Maduro ha negado las acusaciones y ha acusado a Washington de intentar justificar una nueva agresión imperialista.

Padrino afirmó que la presencia del portaaviones Gerald R. Ford y su grupo de ataque representaba “una amenaza directa a la soberanía nacional” y prometió que Venezuela respondería a cualquier provocación. La televisión estatal venezolana mostró imágenes del despliegue de tanques, aeronaves y baterías de misiles en las regiones costeras.

Los gobiernos caribeños han manifestado su alarma ante la creciente tensión. Un comunicado emitido la semana pasada por la Comunidad del Caribe instó a ambas partes a “actuar con moderación y evitar acciones que puedan poner en peligro la estabilidad regional”.

Observadores de derechos humanos han criticado los ataques estadounidenses por considerarlos ilegales. Un panel de expertos independientes de la ONU afirmó en octubre que los asesinatos de presuntos traficantes “constituyen ejecuciones extrajudiciales” y violan la soberanía de Venezuela. La agencia de noticias Reuters informó que el panel advirtió que las operaciones demostraban “un desprecio por las normas humanitarias internacionales”.

Funcionarios de defensa estadounidenses han defendido la campaña como una respuesta necesaria a lo que describen como una guerra que los narcotraficantes libran contra la población estadounidense a través del narcotráfico. Un portavoz del Pentágono declaró a The Washington Post que las operaciones son «selectivas, legales y están diseñadas para salvar vidas desarticulando las redes que inundan Estados Unidos con cocaína».