Los alarmantes datos presentados por Unicef, que revelan que el 63.5 % de los niños entre 1 y 14 años en la República Dominicana sufren algún tipo de violencia en el hogar, son un grito de alerta para la sociedad y el Estado dominicano. Esta cifra, que se eleva al 70 % en niños de 3 a 4 años, refleja una realidad inaceptable en un país donde la niñez y la adolescencia representan el 31.7 % de la población. La violencia en el hogar, lejos de ser un asunto privado, es una violación grave de los derechos fundamentales de los niños, que deja cicatrices físicas y emocionales, limitando su desarrollo y perpetuando ciclos de desigualdad. En el Día Nacional de los Derechos de la Niñez, estas estadísticas deben servir como un recordatorio de la deuda histórica que tenemos con los más vulnerables.

Además de la violencia, otros problemas como las uniones tempranas, los embarazos adolescentes, el trabajo infantil y el suicidio en menores de edad agravan la situación. Aunque se han registrado avances, como la reducción de la tasa de trabajo infantil del 6.7 % en 2014 al 3.8 % en 2019, persisten desafíos significativos. Por ejemplo, el 16.8 % de los menores que no asisten a la escuela realizan trabajos peligrosos, y la alta incidencia de suicidios entre adolescentes de 15 a 17 años (174 casos entre 2017 y 2022) evidencia una crisis de salud mental desatendida. Estos datos no solo subrayan la necesidad de políticas públicas más robustas, sino también de un cambio cultural que priorice la protección y el bienestar de la niñez, erradicando prácticas que normalizan la violencia y la explotación.

La respuesta a esta crisis requiere un compromiso colectivo. El Estado debe fortalecer las políticas de protección infantil, destinando mayores recursos a la prevención de la violencia, la educación y la atención en salud mental. Asimismo, la sociedad dominicana debe rechazar la normalización de prácticas que atentan contra los derechos de los niños y promover una cultura de respeto y equidad. Como señala Anyoli Sanabria, representante interina de Unicef, no podemos permitir que la violencia y las desigualdades sigan truncando los sueños de la niñez. Es hora de actuar con urgencia para garantizar que cada niño y niña crezca en un entorno seguro, con acceso a oportunidades que les permitan construir un futuro digno. La infancia dominicana no puede esperar más.