Estados Unidos. El presidente Donald Trump emitió el viernes más advertencias a las mujeres embarazadas y a los padres, instándolos a evitar el Tylenol a menos que sea «absolutamente necesario», restringir la administración del medicamento a niños pequeños y reestructurar drásticamente el calendario de vacunación infantil.
La orientación de Trump, publicada en Truth Social, surge tras el evento de la Casa Blanca sobre el autismo a principios de esta semana. En ese momento, insistió en que el analgésico de uso generalizado —cuyo ingrediente activo es el acetaminofén— podría conllevar riesgos neurológicos si se usa durante el embarazo.
“No tomes Tylenol. No lo tomes si estás embarazada”, dijo el lunes junto con el secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., al anunciar la relación entre el consumo de Tylenol durante el embarazo y el autismo. “No tiene ningún inconveniente. Te sentirás incómoda… pero no lo tomes”.
En la publicación del viernes, dijo: “No le dé Tylenol a su hijo pequeño por ningún motivo”.
En cuanto a las vacunas, Trump también abordó la vacuna combinada estándar MMR (sarampión, paperas y rubéola), diciendo que no debería administrarse en una sola inyección sino más bien «dividir la vacuna MMR en tres inyecciones totalmente separadas (¡no mezcladas!)».
También pidió administrar la vacuna contra la varicela por separado, retrasar la vacuna contra la hepatitis B hasta los 12 años o más y distribuir todas las vacunas en cinco visitas médicas separadas en lugar de acumularlas.
La reacción médica y de los expertos ha sido rápida esta semana.
Obstetras, pediatras y funcionarios de salud pública sostienen que el acetaminofén (Tylenol) es uno de los pocos analgésicos y antipiréticos considerados seguros durante el embarazo cuando se usan adecuadamente. Advierten que la fiebre no tratada, especialmente al inicio del embarazo, puede representar graves peligros tanto para la madre como para el feto.
En cuanto a las vacunas, las principales organizaciones médicas siguen defendiendo la seguridad y la eficacia de las vacunas combinadas y los calendarios estándar, citando años de rigurosas pruebas y datos. Los críticos afirman que fragmentar y retrasar las vacunas podría reducir las tasas de cobertura, aumentar la carga administrativa y permitir brotes de enfermedades prevenibles.
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