La República Dominicana fue invadida dos veces (tres, si incluimos la toma de la aduana en 1904) por los Estados Unidos de América. Pero pareciera que permanece una especie de Síndrome de Estocolmo (fenómeno de la atracción que algunos rehenes suelen sentir por sus secuestradores, con los que llegan a identificarse, comprender y justificar). Las escuelas bilingües – casi todas privadas- no solo izan diariamente la bandera de los Estados Unidos de América, sino que entonan en sus actos cívicos el Star Spangled Banner, Himno Nacional de los Estados Unidos.

Es difícil entender el motivo de tan absurda inclusión en la vida diaria estudiantil dominicana. Los colegios se excusan diciendo que están certificados por una u otra comisión educativa en los Estados Unidos. Pero esto no les obliga a indoctrinar un nacionalismo paralelo en sus alumnos. (¿Quizás es una herramienta velada de marketing para promover su bilingüidad?) Inclusive enarbolar la bandera de otro Estado en territorio dominicano está reservada para “en ocasión de actividades internacionales” según la Ley de Símbolos Patrios.

Los Estados Unidos de América es, ahora, nuestro gran amigo y socio comercial. Residen más de dos millones de dominicanos en su territorio. Todos tenemos un familiar y un amigo que vive allá.

Pero si lo medimos por invasión, y dos invasiones representan tener que izar la bandera y cantar el himno nacional del invasor, ¿qué representarán las siete veces que hemos sido invadidos por Haití?