La posibilidad de un colapso del régimen de los ayatolás en Irán ha sido tema de debate. El ataque que Irán lanzó el 1 de octubre contra Israel, ha resultado más en un fracaso que en una amenaza real. Mientras tanto, Israel continúa con su incursión en el sur del Líbano, sin que las fuerzas iraníes logren detenerlo de ninguna forma significativa. Entonces, ¿qué le queda a Irán por hacer?
La escalada militar en Oriente Medio ha alcanzado nuevas dimensiones. Irán ha lanzado más de 200 misiles balísticos contra Tel Aviv y Jerusalén, en lo que ha sido uno de sus ataques más grandes hasta la fecha. A pesar de esta ofensiva, las bajas han sido mínimas, con un solo fallecido en Cisjordania y apenas dos israelíes heridos. Esta nueva humillación para Irán pone en evidencia la incapacidad de causar el daño que pretendía.
Mientras tanto, Israel demuestra una clara estrategia ofensiva y ha iniciado la invasión terrestre del Líbano, tanto por aire como por mar, lo que ha llevado a Hezbolá a una posición de gran vulnerabilidad. A pesar de que Hezbolá ha asegurado estar preparada para enfrentar la invasión israelí, la realidad es que su capacidad de respuesta ha sido limitada.
La situación política en Irán también es alarmante. Enfrentando una crisis económica, política y de valores, el régimen de los ayatolás se encuentra en una encrucijada. No pueden seguir proclamándose como el baluarte contra Israel cuando no logran enfrentarlo eficazmente. El nuevo presidente iraní, Mahmoud Peseschkian, ha señalado su interés en entablar diálogos con Occidente, buscando una coexistencia pacífica entre musulmanes, cristianos y judíos, algo que marca una ruptura con la retórica habitual del régimen.
Israel, por su parte, parece estar presionando a Irán como nunca antes. Después de los ataques del 1 de octubre, es evidente que la respuesta de Israel será contundente, aunque aún no se sabe en qué forma se manifestará. Irán, por otro lado, ha mostrado su debilidad y falta de precisión, dejando entrever que su arsenal, aunque numeroso, no es lo suficientemente efectivo como para dañar gravemente a Israel.
Lo que está claro es que el régimen de los ayatolás se encuentra cada vez más acorralado, no solo por la presión militar de Israel, sino también por la creciente insatisfacción interna. Las protestas en Irán contra las estrictas políticas del régimen y las violaciones de derechos humanos se han intensificado en los últimos años, lo que deja al gobierno con pocas opciones: reformarse o colapsar.
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