La incursión de la policía ecuatoriana en la embajada de México en Quito, por orden del presidente Daniel Noboa, ha situado a Ecuador bajo un intenso escrutinio internacional. Este operativo, destinado a capturar a Jorge Glas, exvicepresidente condenado por corrupción, ha generado críticas por violar la Convención de Viena sobre las relaciones diplomáticas. Frente a esto, Ecuador alega que México infringió primero la Convención de Caracas al otorgar asilo a Glas, acusando además al presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, de entrometerse en sus asuntos internos con sus declaraciones.
La revelación sobre quién autorizó el allanamiento el 5 de abril provino de la canciller ecuatoriana Gabriela Sommerfeld, quien indicó que, a pesar de ser consciente de las posibles repercusiones, fue el presidente Noboa quien ordenó la acción como parte de su estrategia de política exterior. Sommerfeld subrayó que Noboa buscaba defender la democracia y la seguridad nacional, basándose en información que sugería un inminente intento de fuga de Glas, agravado por la concesión de asilo por parte de México y las declaraciones de López Obrador referentes a la situación diplomática con Ecuador.
La sospecha sobre un plan de fuga fue alimentada por el caso anterior de María de los Ángeles Duarte, una exministra prófuga que escapó de la embajada argentina en Quito. Este precedente y la especulación sobre las intenciones de Glas resaltaron los desafíos que enfrenta la policía ecuatoriana para intervenir en sedes diplomáticas.
Roberto Izurieta, secretario de comunicación, compartió que la decisión de proceder con el operativo fue extremadamente compleja y tomó varias horas, destacando la seriedad y la urgencia detrás de la intervención. La operación fue justificada por la necesidad de prevenir la impunidad y asegurar la justicia en Ecuador, aunque esto significara enfrentarse a controversias internacionales y a la crítica por la supuesta violación de convenios diplomáticos.
Sommerfeld y Izurieta recalcaron las potenciales consecuencias de permitir la fuga de Glas, subrayando la importancia de mantener el orden y la ley dentro de Ecuador. La situación pone de manifiesto la tensión entre el cumplimiento de la ley interna y el respeto a los acuerdos internacionales, planteando preguntas sobre las estrategias diplomáticas y la soberanía judicial en un contexto global interconectado.
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