Los últimos datos sobre incendios forestales confirman lo que tanto temíamos: los incendios forestales se expanden cada vez más y queman casi el doble de la cobertura arbórea actual, al igual que lo hicieron hace 20 años.
Con los datos de un estudio reciente desarrollado por investigadores de la Universidad de Maryland, calculamos que, actualmente, los incendios forestales abarcan 3 millones más de hectáreas de pérdida de cobertura arbórea al año en comparación con el año 2001 (un área más o menos del tamaño de Bélgica). Esto equivale a más de un cuarto de toda la pérdida de cobertura arbórea de los últimos 20 años.
¿Cómo medimos la pérdida de cobertura arbórea provocada por incendios?
Personal de investigación de la Universidad de Maryland utilizó imágenes satelitales de Landsat para representar el área de pérdida de cobertura arbórea anual por incendios forestales de reemplazo de rodal (incendios que acaban con todos o la mayoría de los doseles arbóreos vivos en un bosque), entre el 2001 y el 2022. Las pérdidas causadas por este tipo de incendios no siempre son permanentes, pero los incendios de reemplazo de rodal pueden provocar cambios a largo plazo en la estructura del bosque y la química del suelo. Además, difieren de los incendios de menor densidad en los sotobosques que brindan numerosos beneficios ecológicos a muchos bosques. Los nuevos datos proporcionan una mirada de largo plazo de estos tipos de incendios en los últimos 20 años, con la resolución más alta hasta el momento. A partir de ellos, los investigadores pueden distinguir el impacto de la pérdida de cobertura arbórea causada por incendios de la pérdida provocada por otros factores como la agricultura y la silvicultura. Conoce más sobre los datos de Global Forest Watch.
El 2021 fue uno de los peores años en cuanto a incendios forestales desde principios de siglo, puesto que estos provocaron una pérdida de cobertura arbórea alarmante de 9.3 millones de hectáreas a nivel mundial (más de un tercio de toda la pérdida de cobertura arbórea ocurrida ese año). Aunque es una cifra menor a la del año anterior, en 2022 se perdieron más de 6.6 millones de hectáreas de cobertura arbórea a causa de los incendios forestales, un número similar a otros años de la última década. Y en 2023, el mundo ya ha sido testigo de un aumento en los incendios, con eventos sin precedentes en Canadá y siniestros catastróficos en Hawái.
El cambio climático ocasiona que los incendios sean peores
El cambio climático es uno de los principales impulsores del aumento de los los incendios. Las olas de calor extremo son 5 veces más probables en la actualidad de lo que eran hace 150 años, y se espera que aumente su frecuencia a medida que el planeta continúa calentándose. Las temperaturas más altas secan el paisaje y crean el ambiente perfecto para que ocurran incendios forestales más extensos y frecuentes. Esto, a su vez, genera mayores emisiones producidas por los incendios forestales, lo que agrava el cambio climático y contribuye a generar más incendios como parte de un ciclo de retroalimentación entre el clima y los incendios.
Este ciclo de retroalimentación, combinado con la expansión de las actividades humanas en las áreas forestales, es un factor importante en el aumento de incendios que vemos en la actualidad.
Este es un vistazo a algunos de los lugares más afectados por los crecientes incendios forestales, de acuerdo con los datos más recientes:
El aumento de las temperaturas provoca incendios más severos en los bosques boreales
En las últimas dos décadas, la mayor parte de la pérdida de cobertura arbórea relacionada con incendios (aproximadamente el 70 %) se produjo en las regiones boreales. Aunque los incendios son una parte natural del funcionamiento ecológico de los bosques boreales, la pérdida de cobertura arbórea en estas áreas relacionada con incendios aumentó a una tasa de 110 mil hectáreas (3 %) al año en los últimos 20 años, lo que equivale a la mitad del aumento global total entre 2001 y 2022.
Es probable que el aumento de la incidencia de incendios en los bosques boreales se deba al hecho de que las regiones del Norte del planeta de alta latitud se están calentando a una velocidad mayor que el resto del planeta. Esto contribuye a temporadas de incendios más prolongadas, incendios más frecuentes y severos, y mayores áreas incendiadas en estas regiones.
Por ejemplo, en 2021, Rusia sufrió una impactante pérdida de cobertura arbórea de 5.4 millones de hectáreas a causa de incendios, la cifra más alta en los últimos 20 años y un aumento del 31 % con respecto al 2020. Esta pérdida sin precedentes se debió, en parte, a las olas de calor prolongadas que hubiesen sido prácticamente imposibles sin el cambio climático provocado por la humanidad.
Además, sólo en los dos primeros meses de la temporada de incendios forestales de 2023 en Canadá, el país registró niveles récord de incendios en las provincias orientales y occidentales, impulsados por temperaturas más cálidas que el promedio y condiciones de sequía. El Centro Interagencial Canadiense de Incendios Forestales informa que se estima que entre enero y julio de 2023 se quemaron 9.5 millones de hectáreas de suelo, un área equivalente al tamaño de Portugal.
Esta tendencia es preocupante porque los bosques boreales almacenan entre el 30 % y el 40 % de todo el carbono terrestre del mundo, lo que los convierte en uno de los mayores depósitos de carbono terrestre del planeta. La mayor parte del carbono de los bosques boreales se almacena bajo tierra, incluido en el permafrost, e históricamente ha estado protegido de los incendios naturales que suceden con poca frecuencia. Sin embargo, los cambios en el clima y la actividad de incendios derriten el permafrost, lo que ocasiona que el carbono del suelo sea más vulnerable a los incendios.
Estas dinámicas forestales cambiantes podrían hacer que los bosques boreales pasaran de ser sumideros de carbono (es decir, un área que absorbe más carbono del que emite), a una fuente de emisiones de carbono.
La expansión agrícola y la degradación forestal avivan el fuego en los bosques tropicales
A diferencia de los bosques boreales, los incendios de reemplazo de rodal no son una parte habitual del ciclo ecológico de los bosques tropicales. Sin embargo, los incendios igualmente van en aumento en esta región. En los últimos 20 años, la pérdida de cobertura arbórea a causa de incendios en los trópicos aumentó a una tasa aproximada de 36 mil hectáreas (alrededor del 5 %) anuales y representó casi el 15 % del aumento global total en pérdida de cobertura arbórea provocada por incendios entre 2001 y 2022.
Aunque los incendios causan menos del 10 % de la pérdida de cobertura arbórea total en los trópicos, los factores más comunes, como la deforestación impulsada por las materias primas y la agricultura cambiante, hacen que los bosques tropicales sean menos resilientes y más susceptibles a los incendios. La deforestación y la degradación de los bosques asociadas a la expansión agrícola generan mayores temperaturas y una vegetación más seca, lo que genera combustible adicional y permite que los incendios se propaguen más rápidamente.
Además, es habitual que en esta región se utilicen incendios para despejar el suelo para nuevas tierras para pasturas o campos agrícolas una vez que los árboles se han caído y dejado secar. Esta pérdida de cobertura arbórea no se atribuye a los incendios en los nuevos datos porque los árboles ya se han talado. Sin embargo, durante la época de sequía, estos incendios intencionales pueden expandirse accidentalmente más allá de los campos recién despejados y alcanzar los bosques circundantes. Como consecuencia, la mayor parte de los incendios que ocurren en los trópicos son iniciados por personas y no así por fuentes naturales de ignición, tales como rayos. Y se exacerban con las condiciones más secas y las temperaturas más altas, lo que puede ocasionar que los incendios se salgan de control.
Además de los cambios en el clima y el uso del suelo, el riesgo de incendios forestales en los trópicos aumenta con eventos como El Niño, ciclos climáticos naturales que ocurren cada 2 a 7 años y provocan temperaturas altas y unacantidad de precipitaciones menor al promedio en ciertas partes del mundo. Durante la temporada 2015-2016 de El Niño, por ejemplo, la pérdida de cobertura arbórea debida a incendios aumentó 10 veces en las selvas tropicales del sur de Asia y América Latina. En junio de 2023 comenzó un nuevo episodio del fenómeno El Niño que se espera que dure hasta principios de 2024.
De manera similar que en los bosques boreales, la creciente pérdida de cobertura arbórea debida a incendios en los trópicos provoca mayores emisiones de carbono. Estudios previos indica que, en algunos años, los incendios forestales fueron responsables de más de la mitad de todas las emisiones de carbono en la Amazonia brasileña. Esto sugiere que la cuenca amazónica está próxima o ya se encuentra en un punto de inflexión para convertirse en una fuente neta de emisión de carbono.
Las olas de calor y los cambios en los patrones de población aumentan el riesgo de incendios en los bosques templados y subtropicales
Históricamente, los incendios en los bosques templados y subtropicales han quemado menos áreas que en los bosques tropicales y boreales: En conjunto, representaron el 16 % de toda la pérdida de cobertura arbórea relacionada con incendios entre 2001 y 2022. Pero los datos muestran que los incendios también están aumentando en estas regiones. Y aunque las áreas templadas y subtropicales tienden a contener una mayor proporción de bosques gestionados, que pueden abarcar menos especies y almacenar menos carbono que los naturales, los incendios en estas regiones representan de todas formas riesgos significativos para las personas y la naturaleza.
Al igual que en el caso de los bosques boreales, el cambio climático es el principal impulsor del aumento de la actividad de incendios en los bosques templados y subtropicales. Por ejemplo, las olas de calor y las sequías estivales desempeñan un rol dominante en impulsar los incendios en la cuenca mediterránea. En 2022 temperaturas elevadas sin precedentes y la sequía en España provocaron la quema de más de 70 mil hectáreas de cubierta arbórea, la mayor cantidad desde 2001. Cinco años antes, más de 130 mil hectáreas de cubierta arbórea se quemaron en Portugal en circunstancias similares, una pérdida mayor que los diez años anteriores juntos.
Los cambios en el uso del suelo dentro y alrededor de los bosques templados y subtropicales también agravan los impactos del cambio climático. En Europa, el abandono de los suelos agrícolas en los últimos años, seguido de un crecimiento excesivo de la vegetación, ha aumentado el riesgo de incendios. En Estados Unidos, los suelos naturales se están convirtiendo en “la interfaz área silvestre-urbanas” (lugares donde las casas y otras estructuras artificiales se entremezclan con árboles y vegetación), lo que aumenta el riesgo de incendios, daños y pérdida de vidas.
Por ejemplo, uno de los incendios más grandes en los Estados Unidos en 2022, el Mosquito Fire de California, quemó miles de hectáreas de bosque en y cerca de áreas clasificadas como interfaz área silvestre-urbanas, y destruyó 78 estructuras en comunidades cercanas. Un cable eléctrico defectuoso probablemente inició el incendio, pero las temperaturas récord y la falta de humedad permitieron que se propagara ampliamente. Este fue sólo uno de los muchos incendios que hicieron de 2022 un año récord en los EE.UU., con casi 1 millón de hectáreas de cubierta arbórea quemadas en todo el país, lo que provocó aproximadamente 3 mil 200 millones de dólares en daños.
Tanto el costo anual como el número de muertes por incendios forestales en los Estados Unidos han aumentado en las últimas cuatro décadas. A medida que las actividades humanas continúen calentando el planeta y remodelando el paisaje, es probable que desastres mortales y multimillonarios como estos se vuelvan más frecuentes.
¿Cómo reducimos los incendios forestales?
Las causas del incremento en incendios forestales son complejas y varían según la geografía. Son muchos los textos sobre cómo manejar los incendios forestales y mitigar el riesgo de incendios, pero no existe una solución perfecta.
Está claro que el cambio climático desempeña un papel fundamental en la mayor frecuencia e intensidad de los incendios, en especial en los bosques boreales. Como tal, no existe una solución para que los incendios regresen a los niveles históricos sin reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y romper el ciclo de retroalimentación entre el clima y los incendios. Aun así, es posible mitigar los peores impactos del cambio climático, pero se requiere de transformaciones rápidas e importantes en todos los sistemas.
Además del cambio climático, la actividad humana en los bosques y alrededores los hace más susceptibles a incendios y juega un rol importante en el aumento de los niveles de pérdida de cobertura arbórea a causa de incendios en los trópicos y otros lugares. Es fundamental terminar con la deforestación y la degradación de los bosques para mejorar su resiliencia y así evitar futuros incendios; también se deben limitar las quemas aledañas que puedan expandirse a los bosques, en especial durante períodos de sequías.
Si bien los datos por sí solos no pueden resolver este problema, nuevos datos de pérdida de cobertura arbórea debida a incendios de Global Forest Watch, junto con otros datos de monitoreo de incendios, nos pueden ayudar a rastrear la actividad de incendios tanto a largo plazo como casi en tiemporeal para identificar las tendencias y desarrollar respuestas objetivas a largo plazo.
Fuente: WRI. World Resourses Institute
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