Estados Unidos. Según una nueva investigación, personalizar los niveles de vitamina D3 para los supervivientes de un ataque cardíaco puede reducir el riesgo de sufrir otro ataque cardíaco en un 50%.
Investigadores de Intermountain Health en Salt Lake City descubrieron que desarrollar planes de tratamiento personalizados con vitamina D3 y monitorear cuidadosamente los niveles en sangre reducían significativamente las probabilidades de que los pacientes sufrieran un segundo ataque cardíaco.
La vitamina D se refiere a un grupo de nutrientes relacionados, mientras que la D3 —conocida como colecalciferol— es la forma específica que el cuerpo produce a través de la exposición a la luz solar y obtiene de los alimentos de origen animal.
El estudio empleó un enfoque de tratamiento dirigido para evaluar cómo el mantenimiento de niveles óptimos de vitamina D afectaba la salud cardiovascular. Los hallazgos, presentados en las Sesiones Científicas de la Asociación Americana del Corazón de 2025 en Nueva Orleans, fueron sorprendentes. Los investigadores no reportaron efectos adversos al administrar a los pacientes dosis más altas de suplementos de vitamina D3.
El equipo observó que entre la mitad y dos tercios de la población mundial presenta deficiencia de vitamina D. Este nutriente se produce en la piel en respuesta a los rayos ultravioleta B (UVB) de la luz solar, pero muchas personas evitan la exposición al sol por temor al cáncer de piel. Por consiguiente, a menudo se requieren suplementos para mantener niveles adecuados.
Investigaciones previas han relacionado los bajos niveles de vitamina D con un peor pronóstico cardiovascular, pero la mayoría de los estudios utilizaron dosis estándar de suplementos y mostraron poca mejoría. El equipo de Intermountain Health adoptó un enfoque diferente: personalizó las dosis de vitamina D para cada paciente y monitorizó sus niveles sanguíneos con regularidad. Una vez alcanzados los niveles adecuados, el riesgo de sufrir otro infarto disminuyó drásticamente.
“Descubrimos que el riesgo de que los pacientes sufrieran otro ataque cardíaco se redujo a la mitad”, dijo Heidi May, epidemióloga cardiovascular e investigadora principal del estudio.
El estudio de Intermountain, conocido como TARGET-D, se llevó a cabo entre 2017 y 2023 e incluyó a 630 pacientes que habían sufrido recientemente un infarto. Los participantes se dividieron en dos grupos: uno recibió atención estándar sin administración de vitamina D3 y el otro recibió tratamiento específico con vitamina D3.
El objetivo del grupo de tratamiento era mantener niveles sanguíneos superiores a 40 nanogramos por mililitro (ng/mL). Al inicio del estudio, el 85 % de los participantes presentaba niveles de vitamina D3 inferiores a ese umbral. Más de la mitad de quienes recibieron tratamiento requirieron una dosis diaria inicial de 5000 unidades internacionales (UI), muy superior a las recomendaciones generales actuales de 600 a 800 UI.
A los pacientes del grupo de vitamina D se les controlaban los niveles sanguíneos anualmente una vez alcanzado el rango objetivo. Aquellos con niveles más bajos eran monitorizados cada tres meses y se les ajustaban las dosis hasta alcanzar el objetivo.
El estudio no halló diferencias significativas en el riesgo general de eventos cardiovasculares mayores —incluidos accidentes cerebrovasculares, insuficiencia cardíaca o muerte— entre los dos grupos.
Sin embargo, el riesgo de un segundo infarto se redujo en un 50 % en los pacientes que recibieron terapia dirigida con vitamina D.
Los investigadores planean realizar un ensayo clínico más amplio para confirmar estos hallazgos. «Un grupo de estudio más grande permitirá a los investigadores evaluar adecuadamente si el tratamiento específico con vitamina D reduce el riesgo de desarrollar otras enfermedades cardiovasculares o disminuye el riesgo de padecerlas», afirmó May.
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