Últimamente se está debatiendo sobre la importancia de la participación activa de los jóvenes en la política, pero ¿realmente estamos buscando líderes capacitados o simplemente perfiles que contrasten con la imagen desgastada de algunos políticos?
En las elecciones de 2020, la demanda de nuevos perfiles políticos fue evidente. El Partido Revolucionario Moderno y el Partido de la Liberación Dominicana adaptaron sus estrategias bajo las consignas de «El Cambio» y «Sangre Nueva», respectivamente. Sin embargo, la transición generacional implica más que solo edad; requiere un cambio en el pensamiento político y la capacidad de conectar genuinamente con la sociedad actual.
Un caso de estudio es el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), que enfrenta desafíos críticos debido a su falta de transición generacional. Internamente, no logró reestructurarse ni renovar sus liderazgos, a pesar de algunos intentos con candidaturas jóvenes externas que resultaron superficiales y poco comprometidas con una verdadera renovación. Como resultado, el PRSC perdió apoyo y relevancia en el sistema de partidos, pasando de ser en un momento el principal partido político a prácticamente desaparecer.
Elegir líderes basados en su popularidad en lugar de en su capacidad es extremadamente peligroso, una trampa en la que muchos partidos han caído.
Es esencial que los políticos comprendan que la sociedad requiere sustancia y la necesidad de actualizar paradigmas y métodos de trabajo, fomentando una cultura organizativa basada en la autocrítica y la adaptabilidad. La sociedad exige líderes que promuevan el debate de ideas y el pensamiento crítico.
Como dijo Federico Henríquez Gratereaux, «El hombre de Estado es casi siempre lo contrario del hombre de pensamiento». Necesitamos una nueva generación de líderes políticos que no solo piensen, sino que también actúen con decisión y compromiso.
La renovación generacional es crucial tanto dentro de los partidos como en la sociedad en general, pero debe ir más allá de la superficie.
Estos cambios no deben ser meramente cosméticos, sino deben representar una transformación profunda y sostenible en la manera en que los partidos entienden y se relacionan con la sociedad.
En el contexto del Partido Fuerza del Pueblo, que ahora ocupa la segunda mayoría, es fundamental implementar medidas correctas para asegurar una transición generacional efectiva y alineada con las demandas actuales. En primer lugar, es crucial establecer un proceso claro y transparente para identificar y promover nuevos líderes que reflejen una visión renovada y sustentada. Esto debería incluir programas de formación que fortalezcan las habilidades políticas y de liderazgo entre los aspirantes internos.
Además, es imperativo fortalecer los lazos con la sociedad civil mediante plataformas de participación activa que faciliten un diálogo directo y una retroalimentación constante con los ciudadanos. Asimismo, modernizar las estrategias de comunicación, aprovechando plenamente las herramientas digitales y las redes sociales. Estas acciones no solo revitalizarán la organización, sino que también garantizarán la capacidad del partido para adaptarse y responder de manera efectiva a los desafíos políticos y sociales del presente.
Como sociedad, debemos demandar más de nuestros líderes, exigir profundidad, compromiso y capacidad real. La pregunta aquí es, ¿estamos listos para ello?