La calidad educativa no solo se mide en contenidos curriculares o resultados académicos, sino también en el entorno donde se forman nuestros estudiantes. La infraestructura escolar pública en República Dominicana enfrenta serios desafíos: nuevos planteles, deterioro físico, falta de mantenimiento, hacinamiento y ausencia de condiciones mínimas de salubridad en muchas zonas. Por ello, una planificación estratégica, moderna y responsable se convierte en el pilar fundamental para garantizar una programación efectiva en la construcción, remozamiento y reestructuración de los centros educativos.

La improvisación y los parches temporales no pueden seguir siendo la norma. Se requiere de un mapa nacional de necesidades reales, priorizado por niveles de vulnerabilidad, crecimiento poblacional y criterios técnicos, que permita al Estado intervenir con eficacia y equidad. Esta planificación debe ir acompañada de presupuestos sostenibles, supervisión constante y participación comunitaria, para que cada acción responda a las verdaderas necesidades del sistema educativo y no a coyunturas políticas o emergencias.

Invertir en infraestructura escolar no es solo construir aulas, es construir futuro. Es garantizar que cada niño y niña, sin importar dónde viva, reciba una educación en un espacio digno, seguro y estimulante. Apostar a una planificación educativa eficiente es apostar a una sociedad más justa, más preparada y verdaderamente comprometida con su desarrollo humano.