En los últimos días hemos visto en todos los medios de comunicación los debates sobre el derecho al usufructo del jardín botánico nacional, al cual por segunda ocasión se le quiere cercenar un segmento en aras de una mejora en el transito focal de la zona.
Esta propuesta forma parte del proyecto de mejora vial “Ataque 2024” que busca la mejora del tránsito desde el altar de la patria hasta la Avenida Republica de Colombia. Esta intención activó las alarmas de diferentes sectores de la población, específicamente los ambientalistas, residentes de la zona, las academias de ciencia entre otros.
Nunca un servidor estará en contra del desarrollo de nuestro país o del crecimiento del parque vehicular dominicano. Pero antes de emitir nuestro juicio al respecto, vamos analizar varios factores, ojo, el presente no pretende ser un estudio científico, ni vamos a sobre abundar en los puntos legales que ya han sido magistralmente expuestos por distintos profesionales del urbanismo y el derecho en diferentes medios de prensa y comunicación. más bien, es el resultado de anos de observación del tránsito, como ciudadano, como arquitecto, pero sobre todo como morador de este hermoso e importante sector de la ciudad de Santo Domingo.
Mi llegada a la zona del jardín Botánico fue en el 1982, esta zona era sumamente calmada, tanto, que ya a las 7 de la noche el silencio era absoluto.
Solo estaban en la zona como lugares de importancia, como las Aldeas Infantiles SOS, el recientemente inaugurado Instituto Tecnológico de Santo Domingo INTEC, Liceo Fray Ramon Pané, el Jardín Botánico y los Hospitales de Cardiología y el INDEN o Diabetes.
La calma era tal que a partir de las 7 de la noche literalmente no pasaba un solo vehículo después de esa hora. ya a partir de las 6 de la mañana, la vía comenzaba a llenarse de vehículos que se dirigían a sus trabajos desde los distintos puntos de Arroyo Hondo, un sector clase media alta.
Cuando amanecía, una espesa neblina acompañaba el silencio matutino y le trinar de las aves. Era una zona húmeda, fresca y donde podíamos encontrar toda clase de animales, desde culebras, hasta sapos, entre otras especies de aves, insectos y roedores.
Esta zona comienza a cambiar cuando se amplía la vía para que el presidente Balaguer pudiera llegar más rápido en sus visitas al cementerio Cristo Redentor para visitar la tumba de su hermana.
Este era un desfile esperado, ya que le acompañaba un contingente de seguridad de varios vehículos, siendo los dos en el extremo jeeps con armas automáticas de alto calibre.
Con la prolongación de la vía también había comenzó la construcción de varios residenciales, diferentes proyectos más adentrados en la República de Colombia, y zonas adyacentes como Villas Claudia, Colinas del Seminario, Ciudad Real 1, entre otras.
Con cada urbanización terminada llegaba una carga de vehículos mayor a la zona. Pero Cabe destacar que siempre a las 7 hasta las 8 de la mañana y desde las 4 hasta las 6-7 de la tarde/noche el flujo vehicular de personas desde y hacia su trabajo, aunque congestionaba el tránsito, era algo manejable.
Los cambios que afectaron todo
El flujo vehicular de camiones que se dirigían al llamado Mercado Nuevo en la zona de Villas Agrícolas cerca de la antigua Cementera, hoy marquesinas y estación del metro de Santo Domingo, comenzó a generar muchos problemas. Se multiplicaron las rutas vehiculares formales e improvisadas para transportar personas desde y hacia el mercado, como la ruta 52, también hacia la Winston Churchill o ruta 37.
La zona comenzó a diversificar su uso de suelos, llegaron las plazas pequeñas, los colegios y guarderías privados, las clínicas privadas e iglesias no católicas.
En el periodo 1996-2000 llegan los autobuses de la OMSAS,(Oficina Metropolitana de Servicios de Autobuses) a la zona, aunque en la década del 80 ya existía ONATRATE (Oficina Nacional para el Transporte Terrestre), pero se interrumpió poco después.
En este periodo llega una segunda intervención en la avenida Republica de Colombia, y la primera en el tramo del Jardín Botánico, que fue la polémica colocación de piedra caliza en la isleta central. Dificultando aun mas el cruce desde los edificios multifamiliares hacia el Jardín Botánico.
En este periodo 96-2000 llegaron cambios que afectaron sensiblemente el transito de Santo Domingo. Iniciaron las construcciones del corredor de la 27 con sus pasos a desnivel y elevados, así como el desmonte de gran parte del arbolado de la isleta central del 27 de febrero. Un desmonte que represento la perdida de aproximadamente 35kilometros cuadrados de áreas verdes en la isleta central, sin contar los alcorques en las isletas de la marginales, que también fueron removidas para dar paso a la ampliación. Arboles que no fueron repuestos.
Esta receta fue repetida en los jardines del Norte, con la remoción de su marginal y su área verde correspondiente. Árboles que tampoco fueron reemplazados.
En el 2012 se inaugura el túnel de la Ortega y Gasset que conecta con la zona universitaria.
En el año 2015-2016 inician los trabajos de ampliación en la República de Colombia, tercera intervención en la avenida, con el ingrediente especial de que en esta ocasión, se iba a tocar parte del área exterior de la acera del Jardín Botánico, algo nunca antes realizado y que provoco varias protestas en su momento, ya que desde hace años el botánico se había convertido en un área para caminar, similar al mirados tanto por dentro a través del club de caminantes y por fuera por aquellos que no eran parte del club.
Esta intervención implico la remoción de cientos de árboles que fueron reemplazados mayormente por palmas, reduciendo las aceras y los alcorques originales.
Nos preguntamos. ¿Qué tienen en común todos estos proyectos?
Salvo la construcción realizada en el año 1971, que fue ampliada nueva vez a partir del 1997, léase, 20 años, ninguna otra de estas intervenciones resolvió o aplaco el problema, cada intervención no paso de los dos años para ser arropada nueva vez por el transito y las mismas condiciones.
¿Si no hemos resuelto el problema con estas ampliaciones elevados y túneles, por qué seguimos insistiendo en implementar las mismas “soluciones” una y otra vez?
En términos ecológicos estas transformaciones urbanas han tenido los siguientes resultados:
El Centro Olímpico Juan Pablo Duarte de 722,000 metros cuadrados paso a tener 620,000 metros cuadrados actualmente sin contar los arboles que fueron talados en el mes de julio del presente año.
Los más de 35 kilómetros cuadrados que ha perdido la 27 de febrero con la eliminación de sus isletas.
El cinturón verde de santo Domingo, vinculado estrechamente con el Zoológico, el Mirador Norte y el Jardín Botánico ha visto reducida su superficie de 154 kilómetros cuadrados a casi la mitad debido a las invasiones de terreno de desaprensivos y promotores inmobiliarios.
Y por último el Jardín Botánico ha perdido producto de la intervención del 2016 mas de 4,500 metros cuadrados.
Y los tapones continúan igual. En una clara muestra de que el problema no es la infraestructura, es un tema de soluciones más simples.
¿Acaso seguimos usando los mismos teléfonos, carros, sistemas, etc. que usábamos hace 20 años? Por supuesto que no.
¿Entonces por qué seguimos abordando el tema del tránsito como si estuviéramos en el 1996?
¿Por qué mejor no abordamos la problemática desde la mejora del transporte público o la inclusión de sistemas más eco amigables y alternativos?
Solo vemos la solución a través de elevados túneles y teleféricos, sistemas con más de 100 años de uso, y ya en desuso en muchos países. pero en el país tenemos compañías apostando y promoviendo sistemas como las Sting tecnologías, similares al teleférico, pero en vez de cables esta compuesto rieles elevados que pueden transportar furgones y pasajeros, cuatro veces más económico que el teleférico y con una invasión mínima al entorno, un sistema que se pudiera implementar en el botánico el criterio correcto. Sin embargo, siempre apostamos a la solución más costosa y que más afecta al medio ambiente.