El avión experimental X-59 de la NASA y Lockheed Martin completó su primer vuelo de prueba el martes 28 de octubre, un hito en el esfuerzo de la agencia por demostrar que los aviones de pasajeros pueden volar más rápido que el sonido sin las explosiones sónicas que hacen vibrar las ventanas y que durante mucho tiempo han mantenido los viajes supersónicos fuera de las rutas terrestres de Estados Unidos.

Pilotado por Nils Larson de la NASA, el elegante avión experimental monoplaza partió de las instalaciones de Skunk Works de Lockheed Martin en Palmdale y aterrizó en el Centro de Investigación de Vuelo Armstrong de la NASA en la Base de la Fuerza Aérea Edwards después de un vuelo de prueba a baja altitud centrado en los sistemas básicos y la seguridad.

Las pruebas iniciales se realizaron a aproximadamente 230 mph y a unos 12.000 pies de altura, como parte de un plan de expansión de rango deliberadamente conservador antes de que la aeronave alcance mayor altitud y velocidad en salidas posteriores.

«Volar algo nuevo requiere mucha confianza», dijo Larson antes del vuelo. «Confías en los ingenieros, los técnicos de mantenimiento, los diseñadores, en todos los que han trabajado con la aeronave. Si no me siento cómodo, no vuelo. Pero si ellos confían en la aeronave y confían en mí, entonces estoy totalmente comprometido».

El X-59 es la pieza central de la misión Quesst de la NASA , que tiene como objetivo transformar el tradicional “estruendo” del vuelo supersónico en un “golpe sónico” más suave.

El morro alargado del avión, su motor montado en la parte superior y su aerodinámica cuidadosamente diseñada están concebidos para dispersar y dar forma a las ondas de choque, de modo que las comunidades que viven debajo experimenten un sonido mucho menos molesto.

La cabina utiliza un sistema de visibilidad externa en lugar de un parabrisas delantero, transmitiendo imágenes de cámaras en tiempo real a una gran pantalla para el piloto.

El secretario de Transporte, Sean Duffy, quien también se desempeña como administrador interino de la NASA, calificó la aeronave como “un símbolo del ingenio estadounidense” y afirmó que el programa “tiene el potencial de cambiar la forma en que vuela el público”.

Desde 2018, la NASA ha pagado a Lockheed más de 518 millones de dólares para el desarrollo y la demostración de la aeronave. Tras las fases de aeronavegabilidad y validación acústica, la NASA planea realizar vuelos de reconocimiento comunitario en diversas regiones de Estados Unidos para medir lo que oyen las personas y cómo reaccionan.

Los datos se entregarán a los reguladores estadounidenses e internacionales para que consideren si reemplazar la prohibición vigente desde hace tiempo sobre la velocidad supersónica terrestre con un estándar basado en el ruido.

Por ahora, las normas federales generalmente prohíben que las aeronaves civiles superen Mach 1 sobre tierra, salvo autorizaciones especiales. Se espera que el X-59 alcance eventualmente una velocidad cercana a Mach 1.4 a unos 55,000 pies de altitud durante la campaña de investigación, mientras los ingenieros recopilan las evidencias acústicas y de respuesta de la comunidad que los reguladores han solicitado.