Desde la Antigüedad hasta la era de los mayas: una historia milenaria del miedo a los eclipses A lo largo de la historia, desde el milenio XI a.C., los eclipses han estado vinculados a presagios negativos y desastres, aunque es conocido que figuras como Cristóbal Colón los utilizaron a su favor para evitar ser aniquilados por sus adversarios.
Los eclipses han infundido terror desde tiempos remotos. Desde la Babilonia de 1062 a.C., el miedo a estos fenómenos quedó evidenciado cuando se registró que «la luz del día se tornó en oscuridad el 26 del mes de Sivan, durante el séptimo año de reinado, observándose fuego en el cielo». Siglos después, en 721 a.C., los registros mesopotámicos documentaron un eclipse temprano, advirtiendo: «Un eclipse ocurrirá el 14 del mes; traerá desdichas a Elam y Siria, pero suerte al rey; que el rey se mantenga en calma».
En el imperio chino, el temor a los eclipses era palpable. Textos del siglo XIX, compilados por Nemesio Fernández Cuesta, destacan el pánico que estos eventos generaban entre la población: «Los chinos aún creían que un dragón gigante perseguía al Sol intentando devorarlo; durante los eclipses, la gente se congregaba en multitudes, usando cualquier instrumento sonoro a su alcance para crear un estruendo y ahuyentar a la bestia, forzándola a soltar al Sol». Incluso se menciona un «dragón enorme» que fue derrotado por un espíritu celestial bajo la orden de una deidad suprema.
Un episodio notable fue durante el 331 a.C., antes de la batalla de Gaugamela, cuando un eclipse sumió en oscuridad a los ejércitos de Alejandro Magno y Darío III, interpretándose como un mal presagio. Sin embargo, los macedonios, tras interpretaciones favorables de sus augures, vieron en el fenómeno un signo de victoria, que finalmente se materializó en un triunfo decisivo para Alejandro.
Entre los mayas, la astronomía y la observación celestial eran fundamentales, hasta el punto de desarrollar su calendario. Según Marta Ilía Nájera, del Centro de Estudios Mayas de la UNAM, «los mayas veían al Sol y la Luna como deidades con un gran impacto en la vida terrenal. Los eclipses, siendo alteraciones de estos astros, causaban gran consternación y se consideraban eventos de poderosa carga espiritual». La precisión científica en calcular estos eventos era dominio exclusivo de la clase sacerdotal, dejando al resto de la población sumida en el miedo. El ‘Chilam Balam de Chumayel' detalla cómo los mayas interpretaban estos fenómenos celestiales y cómo debían ser entendidos.
Durante el cuarto viaje de Cristóbal Colón en 1504, el aprovechamiento de un eclipse lunar demostró el impacto psicológico de estos fenómenos. Colón, enfrentándose a una situación adversa en Jamaica, utilizó su conocimiento del inminente eclipse para coaccionar a los nativos a proveer de víveres a su tripulación, amenazando con la ira divina en caso de no recibir ayuda. Este evento subraya cómo, desde tiempos antiguos hasta la era de la exploración, el entendimiento y la interpretación de los eclipses han jugado roles cruciales en la historia humana.
Fuente: https://www.abc.es/historia/alejandro-magno-mayas-explicacion-historica-miles-anos-20240408134300-nt.html
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