La continuidad del Estado es fundamental para mantener la estabilidad y el progreso de una nación. Es preciso enfocarse en preservar y mejorar las políticas y programas que han demostrado ser beneficiosos, en lugar de simplemente desechar todo lo anterior por una crítica infundada. Al construir sobre los cimientos sólidos de lo positivo, se promueve un desarrollo sostenible y se evita repetir errores pasados.