Pocos fenómenos del espacio han despertado tanta atención en la comunidad científica, como el cometa interestelar 3I/ATLAS, un “cuerpo helado” que atraviesa el sistema solar a una velocidad impresionante tras un largo viaje desde regiones desconocidas del cosmos. Su paso representa una oportunidad de estudio sobre materiales que no se formaron en el entorno solar y la evolución de otros sistemas planetarios.
Detectado el 1 de julio de 2025 gracias al telescopio remoto del Deep Random Survey, parte del proyecto ATLAS en Chile, distintos equipos científicos han dirigido sus instrumentos para analizarlo en detalle, con la esperanza de obtener información valiosa sobre su composición y trayectoria. Además de potentes observatorios espaciales como el Hubble y el James Webb, que han capturado imágenes recientes de este cometa en su recorrido.
Recientemente, según lo reseñado por el sitio web livescience.com, el Observatorio Gemini Sur, en Chile, realizó una transmisión en vivo como parte del programa Shadow the Scientists (StS) —una iniciativa diseñada para acercar al público al trabajo científico en tiempo real—.
“Desde el inicio de la transmisión, otros participantes y yo fuimos lanzados a la sala de control de Gemini Sur mientras los astrónomos comenzaban a calibrar el telescopio. El equipo planeaba utilizar el GMOS (espectrógrafo multiobjeto de Gemini), así como el nuevo espectrógrafo óptico de alta resolución de Gemini (GHOST) para medir la composición química de 3I/ATLAS”, según información del sitio.
Además, las observaciones del Telescopio Espacial Hubble revelaron que el núcleo del cometa 3I/ATLAS posee un diámetro inferior a tres kilómetros, cubierto por una densa nube de polvo y gas, que dificulta su observación directa.
En contraste, el Telescopio Espacial James Webb (JWST) enfrentó complicaciones al intentar penetrar ese halo luminoso, aunque logró determinar que el cometa presenta una cantidad inusualmente alta de dióxido de carbono. Este hallazgo lo distingue de su predecesor, 2I/Borisov, otro cometa interestelar cuya composición mostraba una proporción mucho menor de este compuesto.
La astrónoma Karen Meech, del Instituto de Astronomía de la Universidad de Hawái, junto con su equipo en Gemini Sur, plantearon que el exceso de dióxido de carbono podría corresponder a hielo seco, el cual se evaporaría a medida que el cometa se acerque al Sol. Meech indicó que el momento de máxima aproximación ocurrirá en octubre, aunque será imposible observarlo directamente, ya que en ese punto el cometa pasará por detrás del astro.
Ante esa limitación, científicos de la NASA analizan la posibilidad de reutilizar naves espaciales existentes para monitorear el fenómeno desde el lado opuesto del Sol. Esta estrategia permitiría obtener datos durante el periodo en que el cometa queda oculto desde la Tierra, eliminando el punto ciego que interrumpe su seguimiento. Sin embargo, los expertos reconocen que esta opción depende de la viabilidad técnica de redirigir instrumentos que actualmente cumplen otras misiones en el espacio.
Si dicha alternativa no se concreta, las observaciones podrían retomarse en noviembre, cuando 3I/ATLAS reaparezca tras su paso solar. Según los astrónomos, es posible que en ese momento el cometa luzca aún más brillante, producto de la quema de gas y polvo acumulados durante su acercamiento al Sol.
Aun así, el periodo de estudio será corto, ya que estos objetos solo permanecen visibles por un tiempo limitado antes de desaparecer para siempre en la vastedad del espacio. Como recordó Meech, incluso 1I/‘Oumuamua, el primer visitante interestelar detectado, continúa viajando por el sistema solar y actualmente se encuentra cerca del Cinturón de Kuiper.
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