La sociedad dominicana necesita, con urgencia, que el Congreso Nacional asuma una agenda legislativa conectada con las verdaderas prioridades del país. No se puede seguir legislando al ritmo de intereses particulares o presiones empresariales, mientras los temas que afectan la vida cotidiana de los ciudadanos —como la protección ambiental, la seguridad vial, la reforma del transporte público, la salud mental, la educación de calidad, Código Penal, Codigo Laboral, Seguridad Social— siguen rezagados. El Congreso debe convertirse en un espacio de respuesta ciudadana, no en una oficina de favores.
Es tiempo de que la representatividad se traduzca en acción concreta: una agenda transparente, consultada y medible, que coloque en el centro las aspiraciones de bienestar común. La democracia no se fortalece con leyes rápidas ni con prioridades impuestas desde arriba, sino con una visión país que escuche, responda y transforme. Es hora de legislar con sentido histórico, social y ético.
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