En el umbral de 2026, la República Dominicana se erige ante un horizonte de oportunidades únicas, con proyecciones del FMI y el Banco Central que anticipan un crecimiento económico cercano al 4.5-5%, impulsado por la recuperación del turismo, el auge de las inversiones en energías renovables y zonas francas, y la innovación tecnológica que fortalece nuestra resiliencia. Este momentum no solo promete prosperidad material, sino la posibilidad de cambios sustanciales en nuestra sociedad: reducir la desigualdad persistente, mejorar la educación y la salud inclusiva, y construir una infraestructura resiliente al cambio climático. Es el momento imperativo de unir esfuerzos —gobierno, sector privado, sociedad civil y cada ciudadano— para integrar visiones comunes, priorizar reformas estructurales y distribuir equitativamente los frutos del progreso, transformando desafíos en un legado de equidad y solidaridad que eleve a todas las familias dominicanas hacia un futuro próspero y justo.