La apatía de gran parte de la juventud dominicana frente a la política y el servicio público se ha convertido en una preocupación nacional. Muchos jóvenes, formados profesionalmente y con compromiso cívico, rechazan participar en espacios institucionales por la falta de confianza en el sistema político, el clientelismo y las estructuras partidarias desacreditadas. Esta desconexión limita el relevo generacional y excluye visiones frescas, éticas y comprometidas con el bien común, fundamentales para renovar la vida pública.

Paralelamente, la persistencia de la corrupción y la impunidad desalienta a los profesionales íntegros a integrarse en el aparato estatal, profundizando la debilidad institucional. Si no se combate con firmeza este círculo vicioso, se pone en riesgo la credibilidad del Estado dominicano como garante del orden democrático, del desarrollo y de la justicia social. Recuperar la confianza en lo público, motivar a la juventud a asumir responsabilidades y abrir espacios reales de participación es una tarea urgente para construir un Estado representativo, eficiente y legítimo.