El crecimiento acelerado del parque de motocicletas en la República Dominicana ha traído consigo una serie de retos para la seguridad vial. Cada día son más los motoristas que circulan por calles y avenidas, muchos sin cascos protectores, sin respetar señales de tránsito y usando las aceras como vías alternas. Esta situación ha convertido al peatón en una víctima constante, generando caos, accidentes y poniendo en riesgo vidas humanas, incluidos los propios conductores de motocicletas.
Las estadísticas de accidentes de tránsito revelan que los motoristas representan uno de los grupos más vulnerables y con mayores niveles de letalidad en las vías del país. La informalidad en el transporte, la falta de educación vial y la débil fiscalización de las autoridades han permitido que se normalice un comportamiento peligroso. Muchos jóvenes utilizan motocicletas como medio de trabajo, pero lo hacen sin estar debidamente formados ni protegidos.
Es imprescindible que desde el Estado se impulse un plan nacional de movilidad responsable que incluya registro obligatorio, uso obligatorio del casco, programas masivos de educación vial, controles más estrictos y un sistema de consecuencias reales para quienes violan la ley. Este plan debe estar acompañado de campañas de sensibilización permanentes y del fortalecimiento del rol de la Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte Terrestre (DIGESETT).
Si no se actúa con urgencia y firmeza, el problema seguirá agravándose. No se trata solo de regular vehículos, sino de proteger vidas, fomentar una cultura de respeto y garantizar una convivencia vial segura. La movilidad en dos ruedas no debe ser sinónimo de caos ni de tragedia.
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