En una sociedad como la nuestra, marcada por grandes desafíos sociales, educativos y culturales, la comunicación desde el Estado debe desempeñar un papel transformador. No puede limitarse a difundir logros administrativos ni a promover la imagen institucional. Debe ser una herramienta poderosa para educar, prevenir, motivar y fortalecer la identidad y los valores colectivos que sostienen la convivencia y el desarrollo. Cuando la comunicación pública está orientada al bien común, se convierte en un motor de conciencia ciudadana.
En la actualidad, el Estado dominicano destina cerca de 10,000 millones de pesos al año en publicidad. Esta inversión representa una oportunidad invaluable para influir positivamente en la sociedad. Con campañas bien dirigidas y consistentes, se puede promover la educación vial, el respeto a las leyes, la solidaridad, el cuidado del medio ambiente, la defensa de la soberanía, el amor a la patria y la importancia de la familia, entre otros pilares fundamentales.
Una comunicación estatal afectiva, clara y motivadora tiene el poder de transformar actitudes y generar sentido de pertenencia. En un país que necesita más empatía, orden y compromiso cívico, cada mensaje difundido debe ser una invitación a construir una mejor nación desde las pequeñas acciones cotidianas. Más que repetir eslóganes vacíos, se trata de conectar con la emoción y la conciencia de la ciudadanía.
Si aspiramos a una sociedad más unida, educada y comprometida, es necesario redirigir la comunicación estatal hacia fines más elevados. La inversión pública en medios debe ser también una inversión en valores, identidad y futuro. No se trata de gastar más, sino de comunicar mejor y con propósito. La República Dominicana merece una narrativa que inspire, eduque y movilice.
Hernani Aquino
RDPorLoAlto