La necesidad de eliminar el trasbordo irregular de pasajeros fuera de las paradas establecidas: una prioridad para el ordenamiento vial
Uno de los principales problemas que afecta la fluidez del tránsito en las grandes ciudades dominicanas, como Santo Domingo, es la proliferación de paradas irregulares de transporte público. A lo largo de avenidas principales y secundarias, es común observar cómo autobuses, microbuses, carros de concho y motoconchistas detienen sus unidades en cualquier punto de la vía, con el fin de recoger o dejar pasajeros fuera de las paradas establecidas. Estas detenciones frecuentes no solo entorpecen la circulación vehicular, sino que también comprometen la seguridad vial y la eficiencia del transporte público.
La falta de regulación en las paradas de transporte público provoca un caos que impacta negativamente a todos los actores de la vía. Cuando los choferes deciden detenerse fuera de las paradas reglamentadas, se generan congestionamientos innecesarios que incrementan los tiempos de viaje, la contaminación ambiental y los costos operativos.
En muchas avenidas, el tráfico se ve paralizado debido a la acumulación de vehículos de transporte estacionados a la espera de llenar sus unidades, reduciendo considerablemente la capacidad de las vías y creando un efecto de embudo que afecta tanto al transporte público como al privado.
Desventajas de las paradas irregulares
Las consecuencias de las paradas no reglamentadas son evidentes en el día a día de quienes transitan por las principales arterias del país. Además de la congestión, estas prácticas informales agravan la inseguridad vial. Los pasajeros que bajan o abordan en puntos no autorizados lo hacen muchas veces en condiciones peligrosas, ya sea en medio de una avenida o en esquinas sin semáforos, lo que aumenta el riesgo de accidentes.
A esto se suma la impunidad con la que muchos transportistas actúan al no respetar las normativas establecidas por el Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (INTRANT). Aunque existen leyes que regulan el transporte de pasajeros, la falta de supervisión y el incumplimiento sistemático las han convertido en letra muerta. El resultado es un sistema desorganizado que depende de las decisiones arbitrarias de los conductores, en lugar de un esquema eficiente y seguro para los usuarios y el flujo vial.
Escollos para la regularización
Uno de los mayores obstáculos para lograr una regulación efectiva de las paradas de transporte radica en la resistencia de ciertos sectores involucrados en el transporte informal. Muchos transportistas, principalmente los que operan guaguas, carros de concho y motoconchos, ven en la regularización una amenaza a su modo de subsistencia. Acostumbrados a un sistema informal y poco estructurado, se resisten a implementar medidas que les exijan cumplir con horarios y paradas fijas.
Este rechazo a la formalización del sector también está alimentado por la falta de incentivos para los conductores y las empresas de transporte. Regularizar el servicio implicaría reestructurar rutas, mejorar la calidad de las unidades y asegurar un servicio más eficiente, lo que conlleva costos adicionales que muchos operadores no están dispuestos a asumir. Además, los gremios del transporte público, que tienen un peso significativo en la política nacional, han sido históricamente reacios a aceptar cambios que limiten su capacidad de acción y autonomía.
Acciones del INTRANT
El Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (INTRANT) ha iniciado un importante esfuerzo para ordenar las paradas ilegales de motoconchistas en todo el país, una medida que responde a la necesidad de organizar el transporte público y mejorar la seguridad vial. Este proceso de regularización busca no solo eliminar las paradas improvisadas, que proliferan en cualquier esquina o tramo de avenida, sino también invitar a los motociclistas a integrarse a un sistema más formal y regulado.
La decisión del INTRANT de remover estas paradas desordenadas y establecer puntos fijos para los motoconchistas es crucial para la fluidez del tránsito. Las paradas ilegales generan caos en las calles, con motocicletas estacionadas en las aceras, en medio de la vía o invadiendo intersecciones clave, lo que no solo obstruye el tráfico vehicular, sino que también pone en riesgo la seguridad de peatones y otros conductores. Con la regularización, se espera reducir este desorden y crear un sistema más eficiente, donde los motociclistas operen en lugares autorizados y bajo normas claras.
Apoyar esta iniciativa es fundamental para garantizar que los motoconchistas, que representan una parte esencial del transporte en muchas áreas urbanas y rurales, puedan ofrecer un servicio seguro y controlado.
La formalización de su actividad también les permite acceder a beneficios como seguros y licencias, protegiendo tanto a ellos como a los pasajeros que utilizan este medio de transporte a diario. Este es un paso importante hacia un transporte más ordenado y seguro en la República Dominicana.
Ante esta situación, el INTRANT tiene un rol crucial para transformar el sistema de transporte público en uno más organizado y eficiente. Primero, es necesario implementar una supervisión más estricta y constante en los puntos críticos donde se realizan estas paradas irregulares. El uso de tecnología, como cámaras de vigilancia y sistemas de monitoreo en tiempo real, puede ayudar a detectar y sancionar a los conductores que violan las normativas.
Una Estrategia Nacional de Regularización de Paradas debe basarse en una planificación integral que responda tanto a las necesidades de los pasajeros como a la dinámica del tránsito. La selección de los puntos adecuados para las paradas, ya sea para autobuses, minibuses o motoconchistas, debe considerar varios factores clave, como la demanda, el comportamiento de los usuarios y la funcionalidad de la red vial. El objetivo principal es garantizar que cada tipo de transporte tenga ubicaciones estratégicas que maximicen la eficiencia del servicio y minimicen la congestión en las vías.
Para los corredores de autobuses, las paradas deben ubicarse en zonas de alta demanda, cerca de centros comerciales, educativos y de servicios, pero también en puntos donde la infraestructura vial permita que los autobuses se detengan sin obstaculizar el tráfico.
Estas paradas deben estar bien distribuidas a lo largo de las rutas, lo suficientemente cercanas para facilitar el acceso a los usuarios, pero sin saturar la avenida con detenciones constantes. Además, la construcción de bahías o carriles exclusivos en zonas con alto flujo vehicular podría mejorar la fluidez del tránsito y aumentar la seguridad.
En el caso de los minibuses y carros de concho, que generalmente operan en rutas alimentadoras y de menor capacidad, las paradas deben estar más cerca de los barrios y zonas residenciales, donde el acceso rápido a las unidades es crucial. Sin embargo, al igual que con los autobuses, estas paradas deben estar reguladas para evitar que los conductores se detengan en cualquier punto, lo que genera desorden. La implementación de señales claras y zonas de estacionamiento específicas ayudará a evitar la ocupación ilegal de espacios públicos y facilitará el abordaje seguro de los pasajeros.
Para los motoconchistas, la situación es aún más particular, ya que suelen ofrecer un servicio de transporte más flexible y personalizado. Sus paradas deben ubicarse en lugares de alta conectividad, como terminales de autobuses, mercados o estaciones de metro, donde los usuarios demandan un transporte ágil para completar su recorrido.
No obstante, estas paradas también deben estar reguladas, con espacios designados para que las motocicletas no invadan aceras ni obstaculicen el tránsito. Es fundamental diseñar paradas seguras, con buena visibilidad y acceso controlado, que permitan a los usuarios abordar y descender sin riesgos.
En resumen, una Estrategia Nacional de Regularización de Paradas debe contemplar la variabilidad en las demandas y comportamientos de los diferentes tipos de transporte público. La clave está en establecer criterios de ubicación que maximicen la eficiencia del sistema de transporte y garanticen una convivencia armónica entre los diversos modos de movilidad. Esto requiere no solo la delimitación clara de paradas, sino también la colaboración entre autoridades, transportistas y usuarios para hacer cumplir las regulaciones y garantizar un servicio ordenado y seguro.
Asimismo, se debe priorizar la capacitación de los conductores en cuanto a la importancia de respetar las paradas establecidas. Invertir en campañas de concienciación para los usuarios y transportistas sobre los peligros y desventajas de las paradas informales también sería una medida efectiva. Paralelamente, es fundamental que el INTRANT trabaje en la reorganización y formalización de las rutas alimentadoras, garantizando que cada unidad tenga un punto de parada fijo y horarios preestablecidos.
Finalmente, se recomienda crear incentivos para los transportistas que decidan regularizarse y operar bajo un esquema más ordenado. Estos incentivos pueden incluir facilidades fiscales, financiamiento para la renovación de unidades o incluso la creación de un sistema de bonos por cumplimiento de las normativas.
En conclusión, la eliminación de las paradas irregulares de transporte público es un paso necesario para mejorar la movilidad y seguridad vial en el país. Aunque enfrenta desafíos significativos, un esfuerzo coordinado entre el INTRANT, los transportistas y la ciudadanía puede generar un sistema más eficiente y seguro para todos.