En la República Dominicana, la vida se ve amenazada cada día en nuestras calles. Los accidentes de tránsito son una tragedia que no solo roba vidas, sino que también destroza familias y comunidades enteras. La estadística es alarmante: miles de dominicanos pierden la vida cada año debido a la imprudencia, el exceso de velocidad y la falta de respeto a las normas de tránsito. Esta situación exige una respuesta urgente y contundente por parte del Estado y la sociedad civil. No podemos seguir ignorando el dolor que estos incidentes causan; es hora de actuar con determinación y responsabilidad.

La cruzada por la vida debe ser un esfuerzo conjunto, donde cada uno de nosotros asuma su papel. El Estado tiene la responsabilidad de implementar políticas públicas efectivas que promuevan la seguridad vial, desde la mejora de la infraestructura hasta la educación vial en escuelas y comunidades. Pero no basta con legislar; es fundamental que la sociedad civil se involucre, creando campañas de concienciación que resalten la importancia de conducir con cuidado y respeto. Solo así lograremos un cambio cultural que valore la vida por encima de la velocidad o la imprudencia.

Unámonos para proteger nuestras vidas y las de nuestros seres queridos. Es momento de transformar el dolor en acción. Cada muerte en la carretera es un grito que nos llama a la acción y a la reflexión. Juntos, como sociedad, debemos trabajar incansablemente para disminuir estos trágicos incidentes y construir un entorno donde todos podamos transitar con seguridad. La vida de cada dominicano cuenta, y es nuestro deber hacer de nuestras calles un lugar seguro para todos. ¡Hagamos de esta cruzada una realidad!